Bodega Familiar en Estiria
Radovan Šuman nació en la región de Estiria eslovena, al pie de los Alpes del Sur, cuando aún formaba parte de Yugoslavia. Su padre, también viticultor, enfermó cuando Radovan era apenas un adolescente, lo que lo dejó a cargo de la bodega familiar de 300 años y sus cuatro hectáreas de viñedos.
Las viñas están plantadas con una docena de variedades en su mayoría originarias de Europa del Este, y aquellos primeros años fueron fundamentales: sin referentes más allá de su intuición, Rado se formó de manera autodidacta.

Camino Autodidacta
En su tiempo libre se entregó al estudio de dos pasiones nacionales de la antigua Yugoslavia: la lucha libre y la física cuántica.

La lucha libre le enseñó sobre la condición humana y la física cuántica lo condujo a los escritos de Rudolf Steiner, el padre de la agricultura biodinámica, que practica con devoción desde hace más de veinte años.
Aislado de los movimientos paralelos de Europa Occidental, Šuman no pensaba en lo que hacía como "vino natural", aunque nunca ha utilizado aditivos en la elaboración, ni lo ha hecho en las tres décadas siguientes.

Maceraciones y Crianza Larga
En bodega, su trabajo se basa en maceraciones largas tanto para vinos blancos como tintos, seguidas de una crianza prolongada en grandes fudres antiguos de roble, castaño o cerezo, buscando estabilidad y capacidad de guarda.
Como no utiliza sulfitos en ninguna etapa, realiza trasiegos mínimos y sus vinos rara vez se rellenan, lo que genera un perfil oxidativo sutil que equilibra los aromas intensos de variedades como Gewürztraminer o Welschriesling.

Viñedos Vivos
Hace una década decidió abandonar el uso de azufre y cobre, algo poco común incluso entre productores orgánicos experimentados. En su lugar, recurre a infusiones herbales y al trabajo de su rebaño de ovejas, y renunció completamente al arado.
Aunque sus rendimientos son más bajos, está convencido de que sus suelos nunca han estado más vivos y que la energía que se transmite a sus vinos es un bien incuantificable.
O, como diría su compatriota Slavoj Žižek, un "bien cuántico".
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